Debido a la larga trayectoria del
jazz en la historia de la música, es casi imposible elegir los 10 mejores
álbumes de todos los tiempos. Pero hay mucha gente, jóvenes o incluso no
tan jóvenes, que sienten curiosidad por el jazz, y no están seguros exactamente
de por dónde empezar. Por lo tanto, en esta lista se destacan los 10
álbumes de jazz que tienes que escuchar antes de morir. Es algo así como
una lista de “deseos jazz” que te asegura que utilizaste tu tiempo en esta
Tierra para escuchar algunas de las obras maestras de la música. Voy a
estar en su mayoría en los años 50 y el rango de los 60, pero a veces se
ramifican. ¡Ojo! Esta lista no dice que sean los mejores 10 álbumes, del
jazz, pero si los que tienes que escuchar antes de morir. Así que, aquí
vamos allá.
Primer disco del saxofonista Ornette Coleman para el sello Atlantic, puede entenderse como el inicio del avant-garde y el free, este último un estilo en el cual la improvisación se libera de la estructura armónica y el género alcanza el mayor grado de libertad. Es también el primero de su clásico cuarteto sin un instrumento que provea la armonía, donde Coleman y el trompetista Don Cherry improvisan sobre acordes implícitos. La interacción entre ellos es única y la sección rítmica a cargo de Charlie Haden y Billy Higgins toca de un modo absolutamente novedoso, donde el contrabajo tiene una contribución inusual en épocas anteriores. El sonido del saxo alto es seco, crudo y agudo, sus frases son fluidas y el efecto creado junto a la trompeta de bolsillo es disonante. Clásicos como la balada Lonely Woman y el hard-bop Congeniality inauguraron una era.
The Bridge (El Puente) es un
clásico permanente del jazz, y parte de su atractivo ha sido siempre el saber
que hay mucho más en la historia de este disco que sólo la música. La leyenda
de un solitario saxofonista tocando en medio de la quietud de la noche en el
puente de la ciudad de Nueva York, retirado de la escena del jazz y preparando
de esta manera su regreso, se transforma en una realidad cuando uno escucha el
tremendo poder de expresión que Sonny Rollins adoptó en esta nueva etapa de su
carrera. Es una de las imágenes más románticas de la historia del jazz: la
solitaria silueta de un gigantesco saxofonista de nombre Sonny Rollins se
recorta noche tras noche contra el skyline de Nueva York, sobre el puente de
Williamsburg que une Manhattan con Brooklyn. Su saxo desgrana tristes lamentos
durante un voluntario retiro de la escena que duraría 3 años. La explicación
es, no obstante, irónicamente prosaica: los vecinos de su pequeño apartamento
de dos habitaciones no le dejan practicar en casa. El resultado es un magnífico
disco titulado, naturalmente, THE BRIDGE (RCA). El
puente de Williamsburg (New York), aquel lugar en el que Sonny practicaba sin
que nadie pudiera verle: "Estaba cerca de casa. Subía al puente y tocaba
para los oficinistas que volvían de Manhattan derrotados, frustrados y
borrachos después de unas copas al salir del trabajo... Cuando hacía frío de
verdad, bajaba a una licorería de chinos de Lower East Side y me subía una
botella de brandy... Los oficinistas, el brandy, el rumor del río... ¿Qué más
podía pedirse en este mundo? Por lo que a mí respectaba, absolutamente nada
Este álbum del prestigioso pianista
Herbie Hancock se convirtió en el mayor éxito de ventas de jazz de la historia,
y no sólo eso sino que "Head Hunters" se considera uno de los discos
más influyentes del jazz fusión y ha sido usado como inspiración por artistas
de jazz, funk, soul, R&B o hip hop, por lo tanto es un álbum altamente
recomendado. Además es pionero en el uso de teclados electrónicos. En él Herbie
Hancock se encarga de todos los sintetizadores.
"Head Hunters" es una
explosiva mezcla de jazz, funk y música africana y se compone de 4 temas de
larga duración. El álbum comienza con una creación del saxofonista Bennie
Maupin, "Chameleon", que es una composición muy pegadiza y también
muy bailable, para seguir luego con la famosa "Watermelon Man" que
consagró a Herbie Hancock como uno de los más importantes compositores de jazz.
Esta versión de "Watermelon Man" es diferente a la que grabó por
primera vez en su álbum "Takin ´Off". En esta, Bill Summers sopla una
botella de cerveza, imitando el sonido de un hindewho, un instrumento de los
Mbuti pigmeos del noreste de Zaire. El tercer track, "Sly", está
dedicado a Sly de "Sly and The Family Stone" un grupo pionero de funk
y soul. Esta composición es un funky al estilo de la banda que lidera Sly. Y para
terminar "Vein Melter", un tema lento donde el protagonismo corre a
cuenta del saxofonista Bennie Maupin y del Fender Rhodes que toca Herbie
Hancock.
Ella & Louis, la
magia, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, dos ángeles que,
aparte de Porgy and Bess (ópera de Gershwin), sólo grabaron dos
discos más. La música más dulce que nunca se ha registrado, no es posible
escuchar Ella & Louis sin sonreír. Es como una asociación
inevitable de la que una se pregunta qué fuerzas titánicas de la naturaleza
pudieron mantener a Ella y Satchmo separados hasta que hicieron juntos este
disco en 1957, acompañados por el trío de Oscar Peterson y Buddy Rich
en la batería. Ella y Louis han sido la pareja de jazz más increíble de la
historia. Cada cual en su parcela dictaron cátedra y definieron estilos,
convirtiéndose en referentes absolutos. Duke Ellington, Cole Porter, Bing
Crosby o Frank Sinatra, por ejemplo, refinaron sus estilos a partir de Ella y
Louis.
En el año 1.969 Miles
Davis siente nuevamente la necesidad de cambiar. Era un impulso innato e
irrefrenable en él, que le había llevado a tener una influencia decisiva en
algunos de los más importantes cambios de tendencia dentro del Jazz. A finales
de los años cuarenta impulsó el movimiento "Cool" con sus grabaciones
con el noneto arreglado por Gil Evans (recogidas en "Birth
Of The Cool"). Sus trabajos orquestales con el propio Evans a finales de
los años cincuenta ("Miles Ahead", "Sketches Of Spain") crearon
escuela y aún fascinan. El trabajo de Hard Bop de su primer quinteto a mediados
de los cincuenta es considerado como algunas de las mejores grabaciones de
todos los tiempos, a pesar de no haber sido excesivamente innovador en su
momento. Y decirlo ahora afortunadamente es un poco tópico, pero no está de más
recordar que "Kind Of Blue" convirtió su improvisación
modal en el estándar inmejorado de los siguientes diez años, y que aún hoy
representa, tal vez, la cumbre del Jazz como expresión artística. Pero este
enésimo salto no fue comprendido por todos, acusándolo de convertirse en un
hereje y de prostituirse comercialmente. Sin duda se trató de un cambio
radical, impulsivo, pero que salvó su comercialmente maltrecha carrera.
Empecemos por el capítulo de las confesiones: Me cuesta expresar lo que siento cuando escucho a Thelonious Monk, otros lo han probado con mejor fortuna. Su música es algo distinto, algo difícil de explicar, algo cercano al inconsciente. A veces me dan ganas de calificar sus solos de pueriles, sin ánimo peyorativo, todo lo contrario, por su pureza. Monk es de los pocos que han sido capaces de expresar su propio universo particular con música, por eso la que él interpretó es tan personal, tan rara y tan maravillosa. Su forma de tocar el piano me gusta imaginármela como la búsqueda de unas notas que se esconden en la melodía, que sólo él sabe encontrar. Monk fue un ser diferente. Su estado de ánimo era inestable: podía dejar el piano y ponerse a bailar la música que tocaba la banda un día y otro encerrarse en sí mismo y no hablar sino con su música. Como sabía expresarse de maravilla con su piano, llevarte de visita a ese universo particular suyo, su forma de tocar no puede emularse. Si bien Monk es una inspiración para tantos y tantos músicos de jazz, no ha creado escuela. No podemos encontrar una veintena de músicos que suenen como él, como sí se pueden encontrar más de una veintena que suenen como Charlie Parker. Esto es consecuencia de lo anterior. Woody Allen, que ha utilizado la música de Monk en su cine (el disco Monk’s Dream aparece en su película Alice, de 1990, protagonizada por Mia Farrow) y se declara admirador de Thelonious Monk, ha llegado a comparar su caso con el suyo, en el sentido de que él también se sabe un creador muy valorado, pero nadie hace el mismo tipo de cine que él.
Grabado en tres sesiones el 25 de
Junio, el 1 de Julio y el 18 de Agosto de 1959; fue publicado ese mismo año por
el Dave Brubeck Quartet a través de Columbia Records. El álbum fue pensado como un experimento en el que
se utilizaban distintos ritmos infrecuentes en la música Jazz. En un principio,
el disco recibió críticas negativas por el uso de estos ritmos inauditos en el
Jazz; pero se ha convertido en uno de los discos de este estilo musical más
conocidos de la historia. El
titulo “Time Out” ya nos tendría que haber puesto al menos en aviso, pero si
quedaban dudas arrancan los fuertes matices clásicos del tema “Blue Rondo à la
Turk”. Y es ciertamente un toque blusero que toma como primeriza base a la
conocida “Marcha Alla Turca” del virtuoso compositor clásico Wolfgang Amadeus
Mozart. Bello y experimental tema sin ningún mínimo desperdicio. Le sigue la
colorida balada con aires a vals llamada “Strange Meadow Lark”. No dejar pasar
de largo al estupendo y cálido solo del saxofonista Paul Desmond. Sinceramente
una delicia. Sale a nuestro encuentro el ya standard “Take Five”, compuesto por
Paul Desmond. Sin lugar a dudas una de las piezas más populares de la obra. Sin embargo hacer notar el extenso e imperecedero
solo del baterista Joe Morello. “Three to Get Ready” sigue en la línea clásica
y del vals, donde todo es tan ajustado que parece no poder haber sido mejor
concebido. Por cierto, aquí hay rienda suelta al amplio y magnifico imaginario
de Dave Brubeck. Pegadito viene el tema llamado “Kathy’s Waltz”, parecido a
simple oída al anterior, aunque ya sabemos todos que eso no es cierto y así es
que nos dejamos llevar sin más por estos virtuosos. Dulce, grande y a su vez
pequeña, pero nunca subestimada. Continúa con “Everybody’s Jumpin’”, donde se
derrocha swing a desparpajo y para todos los gustos. Clara muestra de la
maestría del cuarteto a pleno. Ya en el final nos encontramos con el tema
titulado “Pick Up Sticks“, del cual podría remarcar la maravillosa labor de
Eugene Wright en el contrabajo, dándole un cierto aire “smooth” del todo
irresistible.
Hace su entrada a este humilde
reducto de descarada piratería, un grande entre los grandes, un verdadero genio
musical que eligió el jazz como vehículo de sus impulsos creativos y el
antirracismo como bandera de su discurso, es que cuando por tus venas corren
litros de herencia sueca, china, británica y afroamericana, en un contexto
totalmente discriminatorio la raza si es tema. Desde
que era pequeño, Mingus conoció el rigor de la pobreza y la discriminación
racial y social, de hecho nadie se explica cómo es que un pendejito flaite tuvo
temprano acceso a influencias musicales vanguardistas europeas que más tarde
mezcló con jazz dando origen a su particular estilo. Intentó tocar el trombón
pero alguien le dijo que ese no era un instrumento adecuado para negros por lo
que se decidió por el contrabajo, llegando a un nivel tan fluido de ejecución
que podía "hablar" a través del mismo (tal como cuenta en esta genial entrevista).
Llegó a tocar con la mítica orquesta de Duke Ellington, de la que
lo echaron por golpear al trombonista, que lo atacó con un cuchillo (así de
rígidos eran estos jazzmen). Con el tiempo llegó a desarrollar un estilo único
el cual fue ubicado en lo que se llamó " Tercera Corriente"(jazz
+ música clásica),componía endiabladas partituras que eran verdaderos
rompecabezas para los pobres músicos que tenían que descifrarlas, llevándose
muchas veces el reto del malhumorado Mingus por tocarlas mal. Cuando lo
lograban sin embargo, el resultado valía la pena el esfuerzo porque tal como
queda demostrado en el disco que hoy les traemos, lo de Mingus es más que solo
jazz o partituras complicadas, es ante todo música ,fresca, creativa,
melancólica y bailable ,tan universal como el discurso de justicia social de
Mingus. Si eres de los que consideran al jazz aburrido, complicado o antiguo,
dale una oportunidad a este disco y escucha como grita Mingus en el primer tema,
es puro rockn roll.
Blue Train, qué disco: enorme,
grandioso. Si lo tuviera que describir brevemente diría: los mejores músicos de
jazz que jamás hayan existido y tocando en su mejor momento. Blue rain es
un estándar, el sonido hardbop por excelencia. No es un disco de Coltrane sino,
entenderme, el trabajo de una generación de jazzeros irrepetibles. Escuchar los
giros de la trompeta de Lee Morgan, los fondos de batería y acompañamiento
de Philly Joe Jones y del resto de compañeros del sexteto, nos
invita imaginariamente a adentrarnos y tomar una copa o un refresco en
cualquier club de jazz neoyorquino de la época. Más calificativos creo
desvirtuarían esta obra maestra.
Obra celestial, imprescindible
entre imprescindibles, música afrodisíaca inspiración divina, la
mejor venta no sólo de Miles sino de toda la historia del jazz, una de las
obras que jamás se hayan grabado. Esto y mucho más se ha dicho de "Kind Of
Blue". Su reputación es tal que en cierta manera ha dejado de ser un
simple disco para convertirse en un mito. Pregunta: ¿Qué LP regala Julia
Roberts a Richard Gere en "Novia a la fuga"? Respuesta: ……………. Bravo,
acertaron. Eludiendo comentarios extra musicales, "Kind Of Blue" es
una de las obras fundamentales de Miles Davis, sin ninguna duda. Su éxito entre
los aficionados al jazz tal vez sea debido a que esta obra se sitúa en el punto
de equilibrio idóneo de la balanza formada por las diversas corrientes
jazzísiticas. Aceptado de la misma forma por aquellos (crítica y público) más
reaccionarios que por los otros más intransigentes, así como un disco perfecto
para atraer la atención de los no iniciados al jazz. "Kind Of Blue"
sigue desarrollando el concepto "modal" iniciado ya por Miles en
"Milestones". Concepto desarrollado por George Russell, en el cual el
intérprete improvisa sobre una serie de escalas, en vez de hacerlo sobre
acordes o armonías (como habitualmente se practicaba). Aparte del enfoque musical
"modal", las composiciones eran totalmente originales, y los músicos
por tanto desconocían previamente tales composiciones, sin ningún ensayo previo
y estando los intérpretes dotados de contundentes aptitudes creativas (lo que
podría haber llevado a una confrontación de egos), podría haberse esperado
cualquier resultado. Pero todo se desarrolló perfectamente. Allá cada uno
buscando donde reside la magia del disco (tratamiento modal, equilibrio,
serenidad, belleza, sencillez) Sin embargo hay quien no encuentra todo
perfecto, el trompetista Enrico Rava le encuentra un inconveniente al disco:
¡la portada! ¿Qué decir de los temas que conforman el disco? ¿Cuántos
"Kind Of Blue" existirán si consideremos las innumerables veces que
se han hecho y se harán esos temas? ¿La eternidad no consiste en una continua
rememoración? Aunque en los créditos solo se atribuya a Miles Davis como
compositor de los temas, Bill Evans aportó "Blue In Green" y en
"Flamenco Sketches" participó junto a Davis en su composición. También
se merece pues Evans su participación eterna.