viernes, 26 de diciembre de 2008

¿Como lo hicímos?

Si fuiste niño o muy joven en los años 60 o 70... ¿Cómo hiciste para sobrevivir?

Acaso eres una persona sobrenatural, o sencillamente eres inmortal. Aquí vas a ver las cosas peligrosas que tuvimos que pasar para llegar al siglo XXI. Realmente si uno lo piensa, se da cuenta que es un verdadero milagro seguir viviendo.

- Bebíamos agua de la manguera del jardín o de la fuente del colegio y no de una botella de agua mineral.

- Íbamos en coches que no tenían cinturón de seguridad ni airbag. Ir en la parte de atrás de una furgoneta era un paseo especial y todavía lo recordamos.

- Nuestras cunas estaban pintadas con brillantes colores de pintura a base de plomo.

- Cuando andábamos en bicicleta no usábamos casco

- Pasábamos horas y horas construyendo carritos de ruedas y los que tenían suerte de tener calles inclinadas, los echaban a rodar calle abajo y en la mitad, se acordaban que no tenían frenos. Después de varios choques con los postes aprendíamos a resolver el problema haciendo trompo.

- Salíamos a jugar con la única condición de regresar antes del anochecer

- Nuestros juguetes, estaban formados de piezas fácilmente desprendibles, imanes, y todas las piezas cabían en la boca de un bebe.

- No teníamos teléfono móvil, así que nadie podía localizarnos......

- Nos caíamos, nos rompíamos un hueso, perdíamos un diente, pero nunca hubo demandas por estos accidentes. Nadie tenía la culpa sino nosotros mismos.

- Comíamos pan con mantequilla y chocolate, tomábamos bebidas con azúcar, no había nada "light", la leche era siempre entera y nunca teníamos sobrepeso.

- Compartíamos una bebida entre cuatro, tomando de la misma botella y nadie se moría por eso.

- No teníamos Playstation, Nintendo 64, X Box, Juegos de video, 99 canales de televisión, videograbadoras y/o DVD, sonido soundround, teléfono móvil, PC, fax y menos Internet. Solo teníamos AMIGOS.

¡Ahí, afuera!, en el mundo cruel, sin guardián. ¿Cómo lo hacíamos?

- Salíamos, nos subíamos en la bicicleta o íbamos a casa del vecino, tocábamos el timbre o sencillamente entrábamos sin llamar y allí estaba nuestro amigo y salíamos a jugar.

- Jugábamos con una pelota de goma, que comprábamos a medias. Formábamos dos equipos y no todos llegaban a ser elegidos pero no nos cogíamos ningún trauma.

- Algunos estudiantes no éramos tan brillantes como otros y cuando perdías un año, lo repetías. Nadie te mandaba al psicólogo, nadie tenía dislexia, simplemente repetías y tenías una segunda oportunidad.

Si en una fiesta (que era en alguna casa) te ponías pedo, tus amigos te dejaban en la puerta de tu casa, tocaban el timbre y salían corriendo.

- Si por casualidad cometías alguna tontería y te metías en líos, llegaba tu padre y te daba una paliza. Nada de Derechos Humanos, ni presentabas un recurso de amparo en tu favor y los amigos se meaban de risa.

- Cuando tus padres te regañaban por alguna cosa, no los demandabas por violencia familiar; sencillamente te quedabas callado y pensabas “la que he liado”.

- Teníamos libertad, fracasos, éxitos y aprendimos a manejarlos.

- Si la maestra citaba a nuestra madre por alguna mala nota u observación la culpa, por supuesto, era totalmente nuestra…

… ¿y las amonestaciones en secundaria?

- Y la aventura picaresca de los “novillos” por el parque del Retiro y el Zoo, para librarnos del examen oral de química?

- Las broncas que nos llevábamos siempre cuando la vieja vecina solterona se quejaba porque con la pelota decía le rompíamos las plantas.

¿Tú eres de esa generación?


¡¡¡Coño, que felices fuimos!!!…




viernes, 19 de diciembre de 2008

Por qué somos como somos


Propone Eduardo Punset, en su último libro, “Por qué somos como somos”, que la felicidad es la ausencia de miedo y la belleza es la ausencia de dolor, esto que a primera vista suena un tanto desconcertante, lo basa , en que una condición indispensable para ser feliz es la seguridad, los humanos y los animales reaccionamos igual ante el dolor, pero los humanos tenemos una cosa que los animales no tienen: la imaginación; nos basta con imaginar una amenaza para estresarnos; no nos hace falta ver a la leona que se nos puede comer; nos sobra con pensar que no podemos pagar la hipoteca. La felicidad reside pues totalmente en el cerebro, según él. Yo estoy más de acuerdo con John Eccles, y creo que hay que dejar espacio para el dualismo cartesiano, es decir la separación entre el cuerpo y la mente. Pero ¡para gustos los colores! Y las personas diferentes tienen perspectivas filosóficas diferentes… misterios del cerebro.


En cuanto a que la belleza es ausencia de dolor, me niego a simplificar todo en que los hombres buscan solo en la mujer, indicadores de fertilidad y la mujer en el hombre un buen sistema inmunológico, como afirma él. Radicalizar la belleza y el amor en mera biología, hormonas y feromonas, creo que es únicamente una distracción científica, que pasa por alto los sentimientos y la cultura humanos. Si esto fuera cierto el patrón de belleza sería universal, pues los componentes biológicos así lo son, la belleza tiene un importante componente cultural. La belleza sin sentimiento, tal como la describe, solo sería aceptable para las matemáticas. La perfección musical en una sinfonía de Mozart puede parecernos bella, pero lo que de verdad nos va a emocionar no es eso, sino lo que sintamos al oírla. ¿O es que hay algo más hermoso que un niño sonriendo, por muy feo que este sea?


Volviendo a John Eccles, este dijo: “El materialismo carece de base científica, y los científicos que lo defienden están, en realidad, creyendo en una superstición. Lleva a negar la libertad y los valores morales, pues la conducta sería el resultado de los estímulos materiales. Niega el amor, que acaba siendo reducido a instinto sexual: por eso, Popper ha dicho que Freud ha sido uno de los personajes que más daño han hecho a la humanidad en el último siglo. Los sentimientos, las emociones, la percepción de la belleza, la creatividad, el amor, la amistad, los valores morales, los pensamientos, las intenciones... Todo «nuestro mundo», en definitiva. Y todo ello se relaciona con la voluntad; es aquí donde cae por su base el materialismo, pues no explica el hecho de que yo quiera hacer algo y lo haga. El materialismo, si se lleva a sus consecuencias, niega las experiencias más importantes de la vida humana: «nuestro mundo» personal sería imposible".


En general el libro es aceptable, pero muy simplista, tiende a unificar todo lo relacionado con el ser humano y su mundo, con su cerebro, yo esperaba algo más.



sábado, 13 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad


Sólo faltaban cinco días para la Navidad. Aún no me había atrapado el espíritu de estas fiestas. Los estacionamientos llenos, y dentro de las tiendas el caos era mayor. No se podía ni caminar por los pasillos. ¿Por qué vine hoy? Me pregunté. Me dolían los pies lo mismo que mi cabeza. En mi lista estaban los nombres de personas que decían no querer nada, pero yo sabía que si no les compraba algo se resentirían.

Llené rápidamente mi carrito con compras de último minuto y me dirigí a las colas de las cajas registradoras. Escogí la más corta, calculé que serían por lo menos 20 minutos de espera.

Frente a mí había dos niños, un niño de 10 años y su hermana de 5 años. Él estaba mal vestido con un abrigo raído, zapatos deportivos muy grandes, a lo mejor 3 tallas más grande. Los pantalones le quedaban cortos.

Llevaba en sus sucias manos unos cuantos billetes arrugados. Su hermana lucía como él, sólo que su pelo estaba enredado. Ella llevaba un par de zapatos de mujer dorados y resplandecientes.

Los villancicos navideños resonaban por toda la tienda y yo
podía escuchar a la niña tararearlos. Al llegar a la caja registradora, la niña le dio los zapatos cuidadosamente a la cajera, como si se tratara de un tesoro. La cajera les entregó el recibo y dijo: son 6.09 €. El niño le entregó sus billetes arrugados y empezó a rebuscarse los bolsillos.
Finalmente contó 3.12 € y dijo:

- Bueno, pienso que tendremos que devolverlos, volveremos otro día y los compraremos.

Ante esto la niña dibujó un puchero en su rostro y dijo:

- "Pero a Jesús le hubieran encantado estos zapatos".

- Volveremos a casa trabajaremos un poco más y regresaremos
por ellos. No llores, vamos a volver.

Sin tardar, yo le completé los tres euros que faltaban a la
cajera. Ellos habían estado esperando en la cola por largo tiempo y después de todo era Navidad. En eso un par de bracitos me rodearon con un tierno abrazo y una voz me dijo:

- "Muchas gracias señor".

Aproveché la oportunidad para preguntarle qué había querido
decir cuando dijo que a Jesús le encantarían esos zapatos. Y la niña con sus grandes ojos redondos me respondió:

- "Mi mamá está enferma y yéndose al cielo. Mi papá nos
dijo que se iría antes de Navidad para estar con Jesús. Mi maestra dice que las calles del cielo son de oro reluciente, tal como estos zapatos.

¿Creo que mi mamá se verá hermosa caminando por esas calles con estos zapatos?"

Mis ojos se inundaron al ver una lágrima bajar por su rostro radiante. Por supuesto que sí, le respondí. Y en silencio le di gracias a Dios por usar a estos niños para hacerme recordar el verdadero valor de las cosas.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Boby

Aburrido ya de las gracias de mi perro, Boby un pastor alemán de 6 años, decidí jugar con el de una manera diferente, lo dejé con hambre, y con mucha sed dos días enteros, luego quise saber que le pasaba, si en vez de agua le ponía en su bebedero laxante de hidróxido de magnesio, se lo tomó todo, me miraba esperando que le diera algo de comer, pero opté por encerrarlo para que me dejara tranquilo, lo puse en el oscuro sótano y te juro que si no es porque en la noche escuché un aullido, no hubiese recordado que el pobre estaba metido ahí, como ya era muy tarde lo dejé que se durmiera.

Ya en la mañana lo fui a buscar, y había diarrea por todos lados me imagino que hizo efecto el magnesio y la verdad, se notaba muy débil y algo alterado por la luz que le daba directo en los ojos, pero yo me levanté con mas ganas de fastidiarlo, así que le tiré del rabo, le apreté los testículos y le clavé con un tenedor, realmente me pareció divertido, algo en él y en mí había cambiado, ya no era más mi mascota.

Se estaba defendiendo, y me comenzó a atacar, sentí miedo pero sabía que estaba débil por la diarrea y las heridas del tenedor, agarre un hierro y se lo clavé, él no huyó, siguió intentando defenderse de mi agresión, pero al fin y al cabo es un animal, y yo podía adivinar cada movimiento que él hacía.

No me percaté de las heridas de Boby, ya que su pelo negro tapaba de alguna manera el rojo de su sangre, no fue hasta que le salió un chorro de sangre por su boca, él estaba agotado, su lengua lo delataba, no la podía esconder, me dio lástima el infeliz, pero que le podía hacer, ya estaba muy herido, y aun así seguía defendiéndose, no tuve mas remedio que parar su sufrimiento, lo atravesé con el hierro, y ahí quedo lo que era Boby. Antes de que pienses que soy un despiadado, cambiemos a Boby por un toro. Entonces, ¿que sería yo?…. ¿Un maestro? ¿Un artista? ¿Un gran torero que emociona al público?

Un ser vivo es un ser vivo, sea un perro, un gallo, un pájaro o un toro, es un ser que siente y sufre, no nos dejemos engañar por los psicópatas faranduleros que promocionan los eventos taurinos, no juguemos con el dolor ajeno. La Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, UNESCO, define el acto de torear como "El terrible y venal arte de torturar y matar animales en público, según unas reglas, desnaturalizando la relación entre hombre y animal. Constituye un desafío a la moral, la educación, la ciencia y la cultura."

martes, 2 de diciembre de 2008

Eduardo Verástegui se une a Derechoavivir.org

Reconozco que por principios soy un utópico, que muy a menudo me dejo llevar por mi desmesurado perfeccionismo, y que realmente tengo una excesiva fe en el ser humano. Por desgracia para mi obcecado optimismo, no es así. Pero yo erre que erre, no pierdo la esperanza, y busco un pretexto que exculpe al ser humano y eche la culpa al empedrado, y me pregunto: ¿No será que estamos bombardeados de medios de comunicación y mensajes, que únicamente buscan el beneficio material, y desprecian cualquier valor moral y ético? ¡Si!, nos faltan mensajes como este, y nos sobran “Grandes Hermanos y Operaciones Triunfo” que anestesian los valores éticos, adormecen nuestra conciencia social y anulan los instintos generosos privativos del ser humano.





Eduardo Verástegui, actor y productor de la película "Bella".