jueves, 27 de marzo de 2008

Crítica de Cine - Luz de domingo


Ficha Técnica


Dirección: José Luis Garci.
País: España.
Año: 2007.
Duración: 110 min.
Género: Drama costumbrista.
Interpretación: Alfredo Landa (Joaco), Paula Echevarría (Estrella), Álex González (Urbano), Kiti Manver (doña Paredes), Manuel Galiana (Alpaca), Toni Acosta (Cova), Carlos Larrañaga (Atila), Andrea Tenuta (Parrula), Enrique Villén (Longinos), Francisco Algora (Chanfaina), Mapi Sagaseta (Regina), Fernando Guillén Cuervo (Ramón).
Guión: J.L. Garci y Horacio Valcárcel; inspirado en un relato de Ramón Pérez de Ayala.
Producción: José Luis Garci.
Música: Pablo Cervantes.
Fotografía: Félix Monti.
Montaje: José Luis Garci.
Dirección artística: Gil Parrondo.
Vestuario: Lourdes de Orduña.
Estreno en España: 16 Noviembre 2007.


Crítica


El cine de calidad de José Luis Garci no engaña a nadie: da lo que promete, y obra tras obra, permanece fiel a su estilo y sus clichés. Cine tranquilo, que busca las emociones contenidas, con una espléndida factura artística y una ambientación de época muy cuidada. Una mirada nostálgica e interior al alma de sus buenos personajes, bien arraigados en el entorno y con la vista puesta en un futuro que tiene un poco de sueño americano y otro poco de retrato pintoresco decimonónico.

En esta ocasión, el asturiano pueblo de Cenciella es el escenario de la lucha enconada de dos bandos sociales, y también de un amor tan puro e ingenuo, como amenazado por rencores y venganzas ancestrales. La cariticatura de caciquismo y liberalismo en oposición abierta a comienzos de siglo, con individuos que atraviesan el charco en una y otra dirección, buscando la luz de domingo o huyendo de la oscuridad de la tragedia. Garci mueve a sus personajes entre luces y sombras, entre sentimientos de perdón y venganza, entre idealismos heroicos y mezquindades egoístas. La inspiración sobre un cuento de Ramón Pérez de Ayala aporta toda la ambientación de unos momentos de importantes cambios sociales y de una política corrupta, clima propicio para enfrentar a opuestos y extraer lo mejor y lo peor de cada parte. El sentimiento y la poesía lo pondrá Garci, con su sensibilidad, luz y planificación habituales.

Las interpretaciones acaban siendo decisivas, para crear ese microcosmos costumbrista auténtico: Alfredo Landa —su último papel en el cine— da cuerpo a una manera de entender el honor y también toda una época, mientras que Francisco Algora, Carlos Larrañaga, Andrea Tenuta o Kiti Manver forman un grupo de secundarios de lujo —bien perfilados en el guión— que arropan a una pareja de jóvenes enamorados venidos de otro mundo; por su parte, Paula Echevarría sabe imprimir a su personaje la frescura y naturalidad de la savia nueva, mientras que Álex González —en el papel de mayor complejidad— intenta dar empaque y consistencia a su personaje, aunque se nota el sobreesfuerzo que precisa para que su mirada gane madurez y bondad a la vez, por lo que se me antoja como un error de casting. Puntuación personal: 8

miércoles, 26 de marzo de 2008

Cine español

¿Por que el cine español tiene tan poca aceptación general por el público? Sencillo de contestar, las películas, tienen su aprobación y valía en función de la calidad de las mismas, un autor recoge frutos solo cuando su trabajo se considera de importancia y en caso contrario, se considera un fracaso tanto a nivel popular como de crítica. Pues bien, esta norma se rompe en el cine español, aquí se producen grandes cantidades de películas, obteniendo de inmediato la subvención económica, y para nada importa la calidad y acogida que la película tendrá después, (por no hablar de las cuotas de pantalla, que impone el Ministerio de Cultura). Se dan casos de obras que prácticamente no se estrenan; da igual, el beneficio económico, ya esta en los bolsillos de los productores.

Esta carencia de aliciente e incentivo al trabajo bien hecho, tiene dos inconvenientes, primero, premia los ejercicios mediocres o sencillamente insufribles, y segundo, iguala estos con las escasas excepciones, -que también las hay- convirtiendo el cine de producción española en una amalgama homogénea en la que es imposible discernir, lo que vale y lo que directamente es aplicable a llenar el cubo de la basura.

Los tres problemas importantes a que se enfrenta el cine patrio, son el exceso de sexo gratuito y guiones soeces, el anticlericalismo ancestral, con especial atención a ridiculizar la religión católica y la excesiva ideologización partidista a que se enfrenta. El espectador medio, esta harto de ver siempre los mismos estereotipos, caricaturizados, en la que el sentido inicial que incorporó el cine negro, -es decir ni los buenos son tan buenos ni los malos, tan malos- se aplica. Aquí se disfraza de Belcebú siempre a los mismos, y se pinta con imágenes angelicales e inocentes a los del otro bando. (Perdón por lo de “angelicales” para los aconfesionales).

En el cine es más importante “como se cuenta”, que “lo que se cuenta”. He visto muchas obras maestras, en las que no “ocurría” prácticamente nada, y también, muchos tostones en los que me han contado en noventa minutos, doce novelas de Fiódor Dostoyevski.

En fin, entre alguien que hace cine y alguien que hace películas, existe la misma diferencia que entre el pintor, Diego Velázquez, y el que diseña los folletos para seguir el Museo del Prado. Pero…Siempre nos quedará París.


Duke y Harry (y 3)

El trueno se esparció por la oscuridad. Unas pocas gotas de lluvia salpicaron el parabrisas y después una tormenta las anegó. El viento aullaba por los campos, aporreando el costado del coche. La lluvia agujereaba el techo. Harry miró hacia Duke, desplomado en su asiento, con la vista al frente, mientras los faros de los coches que cruzaban estallaban como fuegos artificiales en el parabrisas que chorreaba agua. Eran precisamente episodios como este los que se metían de una manera u otra en su música. Muy poco de su música se le ocurría como música. Todo empezaba con un estado de ánimo, una impresión, algo que había visto u oído y que más tarde traducía a música.

Al salir de Florida habían oído cantar a un pájaro invisible, tan perfecto y hermoso que podías jurar que se veía su silueta recortarse contra las vetas rojas del sol en el horizonte. Como siempre, no tenían tiempo para detenerse, así que Duke tomó nota del sonido y más tarde lo usó de base para “Sunset and the Mocking Bird”. “Lightning Bugs and Frogs” se le ocurrió cuando estaban saliendo de Cincinnati y encontraron unos árboles altos al contraluz de una luna de ping-pong. Los insectos fugaces centelleaban en el aire y en torno se oía el croar del barítono de las ranas… En Damasco, Duke se había despertado por el estruendo de un terremoto de coches, como si el tráfico de todas las horas punta del mundo se hubiera concentrado en esa ciudad, sin estar todavía despierto del todo se había visto a si mismo intentando orquestarlo. La luz de Bombay, el cielo suspendido sobre el mar de Arabia, una montaña de suciedad en Ceilán… donde estuviera, por muy cansado que se encontrara, lo apuntaba todo sin detenerse a considerar su significación, confiando en que más tarde descubriría su potencial musical. Montañas, lagos, calles, mujeres, chicas, mujeres guapas, mujeres hermosas, vistas de calles, océanos, vistas de hoteles, miembros de su orquesta, viejos amigos… Había alcanzado el punto en que casi todo lo que se encontraba tenía cabida en su música: una geografía personal de la tierra, una biografía orquestal de los colores, sonidos, olores, comidas y gentes: todo lo que había sentido, tocado y visto… Era como ser escritor de palabras en sonido, y estaba trabajando en una enorme ficción musical a la que siempre había que añadir algo y que era en definitiva sobre si mismo, sobre los tíos de la banda que la tocaban…

La lluvia amainó unos momentos y después volvió a caer incluso más fuerte que antes. Mirar por el parabrisas era como observar a través de una cascada. El viento chillaba como un loco. Harry agarró con fuerza el volante y echo un vistazo a Duke, preguntándose cuánto tardaría esa tormenta en encontrar cabida en su trabajo.


martes, 25 de marzo de 2008

Duke y Harry (2)

Así que, ¿en donde tocaremos exactamente, Duke? –preguntó Harry al pararse en un semáforo en los límites de la ciudad.

-Ni idea, Harry. Creía que lo sabías tú. Yo solo sabía el nombre de la ciudad.

-Venga, Duke… es increíble. Ya estamos otra vez.

-Sigue conduciendo. Igual vemos un cartel o nos topamos con algún tipo.

Pasaron ante vallas publicitarias y bloques de apartamentos, vías de tren y puertas oscuras de bares sin sed. Banderolas de garajes parpadeaban con luces rojas y blancas para darles la bienvenida. Los semáforos se balanceaban bajo la enormidad del cielo.

Era una ciudad venida a menos que olía a polvo y a fábricas tristes. En la mayoría de los anuncios que encontraban ponía "cerrado" o "se alquila". Después de estar revisando paredes durante diez minutos en busca de un cartel, Harry se detuvo ante una cafetería de fachada plateada y entró a preguntar. A menudo, en otras ocasiones, cuando cada uno había asumido por error que el otro sabía donde estaba el local, habían ido a sitios como este a preguntar si alguien sabía donde tocaba Duke Ellington esa noche. Por lo general alguien lo sabía –a veces alguien lo reconocía-, pero a menudo un montón de clientes movía la cabeza lentamente:

-¿Cuál Duke?

Esta parecía una ciudad de este tipo, pensó Duke, al ver la silueta de Harry desaparecer en la cafetería.

Mientras esperaba, Duke movió el espejo retrovisor para echarse un vistazo, observando las bolsas de canguro bajo los ojos y la incipiente barba que asomaba en la barbilla. Dentro de treinta minutos, una hora a lo sumo, estarían en un hotel, tiempo para dormir unas horas y comer algo. Después el espectáculo y otra vez a la carretera. Si pudiera, dedicaría una hora para intentar trabajar en esa nueva pieza que llevaba dándole vueltas en la cabeza desde que habían encendido la radio esta mañana. Nada de lo que escribía terminaba como había empezado, pero ya tenía idea de los tipos en que se podía basar: Pres, Monk, tal vez Coleman Hawkins o Mingus, y del tipo de cosas que podía intentar hacer. Saber cómo empezar, por quién empezar, esa era la parte más difícil. Había estado considerando todas las posibilidades, pero ninguno –ni Bird ni Pres ni Hawk- le daba de verdad lo que buscaba. De repente pensó que lo haría al azar: encendería la radio y empezaría por el que estuviera tocando en ese momento. Después de todo, la radio le había dado la primera idea y si sonaba alguien que no le gustaba podía ignorarlo e intentar otra vez; podía estar encendiendo la radio hasta que saliera la persona justa. Era una idea loca, pero ¡que diablos!, lo intentaría de todas maneras. Preguntándose quién sería, giró el interruptor y reconoció de inmediato los primeros compases de "Caravan", miró al espejo y vio la respuesta, sonriente y cansado, mirándose a la cara. Un segundo más tarde también vio a Harry, sonriente, salir de la cafetería y dirigirse al coche.

-Nos hemos equivocado completamente de ciudad, Duke…


Duke y Harry (1)

Era de día cuando por fin se pararon a desayunar. Entumecidos de tantas horas en el coche, entraron torpemente en la cafetería dando un portazo. El local ya estaba repleto y lleno del ruido de los camioneros, demasiado ocupados en masticar como para fijarse en Ellington, con su viejo jersey azul y sus pantalones arrugados. El sol de la mañana temblaba por las ventanas.

Bostezando, Duke pidió la misma comida de la que se había alimentado desde Dios sabe cuantos años: filete, zumo de piña y café. Harry pidió huevos y miró a Duke que removía despacio su café: en todo lo que hacía había un aire de somnolencia, pero era la somnolencia de quien acaba de despertar, nunca la de alguien a punto de acostarse. Sus enormes ojeras sugerían un cúmulo de sueño atrasado que tal vez tardaría diez años en reparar. Y, sin embargo, en lugar de recuperarlo, notaba que la falta de sueño seguía creciendo según iba arañando, noche tras noche, cinco o seis horas. Tal vez lo que mantenía a la orquesta unida era el agotamiento colectivo: llega un momento en que el cansancio agotador te engancha y dependes de él para seguir tirando. La gente no paraba de decirle a Duke que se relajara, que descansara y se tranquilizara –lo que estaba muy bien-, pero ¿de qué se iba a relajar y tranquilizar?

Comieron en silencio y en cuanto hubo acabado Duke atacó su postre: miles de "vitaminas" distintas empujadas con agua.

-¿Listo, Harry?

-Creo que si. Pidamos la cuenta.

Ambos empezaron a buscar a la camarera, deseando volver de nuevo al coche.


Cuento dedicado a Duke Ellington y Harry "Sweets" Edison.



lunes, 24 de marzo de 2008

50 Mejores guitarristas de todos los tiempos

01 - Jimi Hendrix
02 - Duane Allman (Allman Brothers Band)
03 - B.B. King
04 - Eric Clapton
05 - Robert Johnson
06 - Chuck Berry
07 - Stevie Ray Vaughan
08 - Ry Cooder
09 - Jimmy Page (Led Zeppelin)
10 - Keith Richards (The Rolling Stones)
11 - Kirk Hammett (Metallica)
12 - Kurt Cobain (Nirvana)
13 - Jerry Garcia (The Grateful Dead)
14 - Jeff Beck
15 - Carlos Santana
16 - Johnny Ramone (The Ramones)
17 - Jack White (The White Stripes)
18 - John Frusciante (The Red Hot Chili Peppers)
19 - Richard Thompson
20 - James Burton
21 - George Harrison
22 - Mike Bloomfield
23 - Warren Haynes
24 - The Edge (U2)
25 - Freddy King
26 - Tom Morello (Rage Against the Machine)
27 - Mark Knopfler (Dire Straits)
28 - Stephen Stills
29 - Ron Asheton (The Stooges)
30 - Buddy Guy
31 - Dick Dale
32 - John Cipollina (Quicksilver Messenger Service)
33 & 34 - Lee Ranaldo, Thurston Moore (Sonic Youth)
35 - John Fahey
36 - Steve Cropper (Booker T. and the MG's)
38 - Peter Green (Fleetwood Mac)
39 - Brian May (Queen)
40 - John Fogerty (Creedence Clearwater Revival)
41 - Clarence White (The Byrds)
42 - Robert Fripp (King Crimson)
43 - Eddie Hazel (Funkadelic)
44 - Scotty Moore
45 - Frank Zappa
46 - Les Paul
47 - T-Bone Walker
48 - Joe Perry (Aerosmith)
49 - John McLaughlin
50 - Pete Townshend

Fuente: Revista Rolling Stone

Opinión:

Sobrevalorados: Duane Allman, George Harrison, Clarence White, B. B. King, Chuck Berry.


Infravalorados: Jimmy Page, Buddy Guy,
Mark Knopfler

Ausencias destacables: Lou Reed, Ritchie Blackmore (Deep Purple), Eddie Van Halen, David Gilmour (Pink Floyd), Neil Young (Crosby Stills, Nash & Young), Angus Young (AC/DC), Pat Metheny, John Mayall, Robben Ford, Allan Holdsworth, Al DiMeola, Django Reinhart.



Letra de canción

La mayoría de las canciones, o temas como gusta llamarlas ahora, están compuestas de música y letra. Antiguamente, en la época posterior al Paleozoico, o sea hace unos 20 o 30 años, así era. En la actualidad o sea el “Pasotazoico”, estas se componen de un son más o menos pegadizo y un personajillo extraño, que se mueve al compás de un ritmo semi-epiléptico. No es de extrañar, ante la carencia, total y absoluta de música o letra, con algo tienen que entretener al personal, y la única alternativa posible, es “bailotear” al compás en un imitado, repetido, repetible, e imitable, contoneo. Siempre lo mismo, se acabó el decir algo con la letra, o el aspirarte con una mágica melodía. Eso es antiguo. ¿Ya no gusta? ¿O es que son absolutamente incapaces de hacerlo?. Apuesto por lo segundo. Si no, no recurrirían una y otra vez a música del Paleozoico, para el lanzamiento de coches, colonias, detergentes y Barbies Superstar, en la publicidad que nos martillea en los descansos de los “realities”.


Os voy a hacer un regalo, para algunos un descubrimiento, para otros un recuerdo. Es la letra de una canción, que sonó, hace algunas eras musicales. No confundir, con un párrafo de una novela escrita por un clásico, solo es una canción.


Hay un parque aquí en mi barrio,

que esto no es parque ni es “na”.

Con unos bancos cansados,

de ayudar a descansar

con unos viejos sentados,

que saben profetizar

y que hacen un hueco al vino,

para poder olvidar.

Hay un parque aquí en mi barrio,

que esto no es parque ni es “na”.

Con una estatua muy grande,

y aun más grande el pedestal

donde un domingo lejano

aprendimos a esperar

a aquella niña de seda,

con perfume de mama.

Hay un parque aquí, en mi barrio,

que esto no es parque ni es “na”.

Con unos árboles viejos

que no pudieron guardar

su morera ni sus nidos,

ni pudieron respirar,

que triste, vida que llevan,

los árboles de ciudad

aquí no hay pilón, ni fuentes,

ni césped que recortar, ni flores,

solo unos hombres buscando

cada día al despertar, un trabajo

entre la tinta, de la prensa matinal.

Hay un parque aquí en mi barrio,

que esto no es parque ni es “na”.

Con unos niños de polvo,

siempre el dedo en la nariz

y con los bolsillos llenos,

de pipas y regaliz

y otros que hicieron novillos,

también se juntan aquí,

a culminar su aventura,

con un cigarro de anís,

son cosas, que nos pasaron

y nos gusta, recordar,

que pasaron, en un parque..

Aunque no es parque, ni es “na”


Víctor y Diego - El Parque - 1975


Para curiosos: Está basada en en el hoy prácticamente inexistente parque de la Plaza de Tirso de Molina de Madrid. Vuelve el dicho de: "Virgencita, que me quede como estoy".


martes, 11 de marzo de 2008

"Especiales"

Soy un gran aficionado a la música, es más, creo que de alguna manera, gracias a la música, el hombre, se puede vanagloriar de ser un poco más, el rey de la creación. Sonidos y sones son fáciles de conseguir, pero la melodía, el verso sonoro, la envoltura que algunas veces es capaz de rodear el alma, adquiriéndola únicamente a través de uno de nuestros sentidos, está reservada a seres superiores. Tranquilos, no voy a hacer un alegato contra el “Chiki Chiki”, el circo titiritero, también tiene derecho a existir. Pero la música… ¿que seria del ser humano sin ella?, ¿seria todo igual?, ¿habríamos llegado, al nivel cultural que disfrutamos hoy, sin ella?. Sin duda, no.


Obviamente, como pasa con el resto del arte, no todos tenemos la misma percepción de la obra que admiramos. Los que se emocionan con el flamenco pop, o el rap, muy raras veces pueden hacerlo con Mozart, o Astor Piazzolla y viceversa. Esto me lleva a pensar, que la apreciación musical, tiene fuertes vínculos con el nivel cultural de la persona, pero extenderme en este concepto, aparte de llevar a pensar al lector, que soy un clasista intelectual, me llevaría varios folios, que ni quiero, ni debo llenar.


Bien, como decía al principio, soy un gran aficionado a la música, en el disco duro de mi ordenador tengo varios miles, de mp3, seleccionados por mi, y que escucho habitualmente mientras realizo distintas labores en él, (ahora mismo estoy escuchando el piano de Bill Evans, interpretando "Waltz for Debby"). Los tengo todos, perfectamente, clasificados, según el tipo de música de que se trate, Blues, Clásico, Jazz, Rock, Tango... etc. Y dentro de esta clasificación otra más, que distingue el subgénero, dentro de la familia a la que pertenece. Por ejemplo en Jazz, tengo, Avant Garde, Big Band, Bob, Cool, Crossover... etc. Así hasta unos 20 subgéneros más.


Solo hay una carpeta, que un musicólogo, no seria capaz de identificar, esta se llama “Especiales”, para incluir un mp3 en esta carpeta, solo hace falta, al tema de que se trate, conseguir emocionarme, situarme al borde de la lagrima, y lograr ponerme el vello de punta, pero esto corresponde más a un sentimiento espiritual, que al ámbito musical, propiamente dicho.


viernes, 7 de marzo de 2008

Revista "LATI2"


Ya está en la calle la revista de difusión gratuita y tirada semanal, “LATI2”. Esta la podréis encontrar en la red del Metro y se distribuye también en universidades y diversos centros culturales y públicos.



Mi compañero del Club Ajedrez Getafe, Jerónimo Merino, escribe en ella, una estupenda columna de actualidad política, no exenta de humor inteligente y dobles (y a veces triples), sentidos.



Yo, por mi parte hago la sección de ajedrez, en la que incluyo problemas semanales, que espero que os guste. Es modesto, pero lo hago con todo cariño.


martes, 4 de marzo de 2008

Desde el silencio que me rodea...

Desde el silencio que me rodea escucho hablar a mi esposa y a todos vosotros, dirigiéndoos a mí. A pesar de vuestro disimulo, observo la inseguridad que os guía en las recomendaciones que intentáis que asimile. Queréis que siga vuestros consejos y que actúe como se espera de mí, pero esto ya no depende ni de vuestras sugerencias, ni de mi voluntad. ¡Qué ilusa!, ¡ qué ilusos!, aún creéis posible que mi antigua serenidad vuelva a acomodarse en mi cerebro, y que ponga en orden mi desasosiego. Estoy indignado con la falta de respeto que se tiene hacia mi condición, y con el comportamiento tan poco cívico del destino.


Ella intenta atraer mi atención y conseguir que la confianza que siempre ha presidido nuestras relaciones, siguiera latente entre nosotros. Mi gorgoteo incomprensible quiere llamar su atención o distraerle de su compromiso para liberarle de éste. Me gustaría trasladarle una de mis anteriores intenciones, como era la de escribir un libro en el cual le relataría mi vida, pero esto no será posible si no dispongo de una guía que me dirija... o algo; algún consejo que me resuelva el orden que debo de seguir para plasmar mi realidad. En otras circunstancias – en mis anteriores circunstancias- hubiera sido capaz de construir un mundo desde el cuál poder entrar y salir en infinidad de ocasiones. Y ser cantor y ser embustero..., y ser ángel y ser demonio. Efectivamente se puede entrar y salir desde ese mundo que yo habitaba; desde el mundo que habito ahora, ya no.


Pero ella es tenaz, incapaz de aceptar mi realidad y la suya. Cree que aún puedo ser capaz de inventar un hábitat a nuestra medida igual al que disfrutan una paloma torcaz junto a un ruiseñor de plumaje gris-anaranjado. ¿Cómo es posible indicarle que desde mi mundo ya no es posible retornar? Un hombre me mira dentro de los ojos; pretende que estos le digan algo. Yo sólo puedo hablar con mis ojos y con estos le digo: Estoy habitando en un mundo que alguien ha fabricado a mi medida, aunque la verdad, no ha tenido que esforzarse mucho, sin embargo para transitar por aquí, me hace falta la ayuda vuestra tolerancia para que entendáis mi comportamiento. Éste no es el que dejan entrever mis gestos y mis palabras, las cuales se vuelven torpes y atropelladas, y consigo que no sean coherentes. Y lo siento; naturalmente que lo siento. Afortunadamente, soy capaz de entender vuestras miradas, las que a veces disfrazáis de compasión y alguno de alegría. En realidad he dejado de ser un estorbo para muchos de vosotros, y una preocupación para varios más; un número menos en la estadística que fabricáis, y un consumidor inútil para vuestros productos, un rival para el silencio y un amigo para el sereno, al cual acompañaré en su soledad y tal vez en el frío.


Tengo infinidad de cosas que deciros, sin embargo, me doy cuenta de que a nadie le interesan. Me habéis reducido a un espacio interno, y yo me he agazapado en mi ostracismo. Vuestras simplezas no pueden sacarme de él. Desde aquí quisiera que ella no se esforzara más y que me deje circular por el sendero que se presenta ante mí, donde siempre encuentro el mismo obstáculo..., los mismos obstáculos ya que son cientos de ellos: mi incapacidad para reírme, para llorar, para guardar silencio en determinadas circunstancias, y es posible que para sentir. Sentir que no puedo contestar a su llamada, a su risa, y que ya no puedo acompañarla.


Me habíais hecho creer que mis vivencias iban a ser capaces de conformarme, pero no me brindabais ninguna alternativa para ello. Sólo que detrás de unas cañas, detrás de una sonrisa, permanece inalterable mi utopía de la cuál no puedo desprenderme. También me decís – porfiando en vuestra intención- que puedo inventar un mundo a mi medida..., pero no os dais cuenta de que yo ya estoy habitando en éste. Y entro y salgo de él las veces que quiero. No tengo nada que decir y me alejo, y cuando necesito comentaros alguna anécdota, vuelvo. Esta vez he vuelto porque quiero redactaros mi vida, pero me hace falta la ayuda de alguna quimera para plasmar mi realidad. Plasmar no sería el término adecuado, ya que este vivir mío sólo es una anécdota y a pesar de eso, tengo infinitas cosas que decir. Y sin embargo me aterra pensar que nadie me va a escuchar. Vuestra recomendación para que salga de mi ostracismo es una constante que se repite en mi vida y nunca os hago caso, ya que siempre encuentro el mismo obstáculo. A pesar de mi esfuerzo no consigo que ninguna de vuestras pretensiones consigan encandilarme, y nada más lográis que mi mirada se vuelva torva e insensible, y a veces temerosa. Ya no puedo continuar andando en vuestro mismo camino, aunque la senda que me había trazado era atractiva, y eso tal vez fue mi perdición. Desbocado, mi afán fue desbocado en busca de la meta que habíais diseñado para mí, y acaso la imposibilidad de conseguirla ha hecho que deje de lado todas las pretensiones que a pesar de que no eran mis auténticas necesidades, las asumí como tales. Muy tarde me di cuenta del error que estaba cometiendo con mi vida. Ésta es una de las causas para mi negativa, pero aún hay más. Lo difícil es que consiga catalogarlas cronológicamente: ¿Cuál es la principal?, ¿cuál la que ha decidido por mi?, ¿cuál es la que puede hacerme retornar?, ¿cuál la que continua empujándome? Y ¿cuál la que me aleja de su lado?.


Admito que todos estamos locos. ¿Quién de vosotros no ha tenido sueños en los que un hada le brindaba tres oportunidades de conseguir otros tantos deseos? Yo sí, lo difícil ha sido conformarme con tres oportunidades, ya que son cientos de desarreglos los que veía a mí alrededor, y cada grito que sale de mi garganta es el recuerdo de alguno de ellos. Y grito por el mar, y grito por el cielo, por el canario enjaulado y por la paloma libre, por mi perro y su ladrido prisionero, por mi sueño y por la ausencia, por un consejo desoído, por un futuro inacabado y por un presente sin comenzar. De nuevo quiero contactar con vosotros ya que tal vez, me ayudéis a decidir si la elección que he escogido es la correcta. Así será más fácil que asuma ésta como una escapatoria, y que desestime las múltiple negativas que yo he materializado, y que me pregunte el motivo por el cuál quiero irme. Me pregunto cuáles serán vuestras peticiones; seguro que una de ellas es el deseo de que os corresponda algún premio en el juego, y ya ves, a mí eso, apenas me interesa. ¿No lo comprendéis, verdad? Veréis en mi desorientación, pero sólo estoy disfrazando mi vida y aprovecho la contingencia de que me consideráis “no apto“ para hacer lo que me interesa. Para vosotros sólo son decisiones sin fundamento. Unos lazos invisibles mueven mis brazos y en ocasiones los adecuan a vuestro deseo. El mío, mi deseo, ha sido sustituido y destruido; un Dios vengativo y cruel decide mantenerme en esta postración. Ojalá penséis que todo lo que os digo tiene algún fundamento.


De verdad, nada más veo que aún podéis escalar las metas que os han marcado y pensáis que son vuestros auténticos deseos. La diferencia entre vosotros y yo, es que aún podéis conseguirlo. Yo, ya no, Yo ahora oigo canciones, y éstas retumban en mi cabeza repitiendo el estribillo, y en mi interior adquieren diferentes matices, a pesar de que es la misma canción y nadie la escuche, e intento que ninguno vea la posibilidad de que la mía esté envuelta en euforia y que hago caso omiso de vuestros argumentos. No sois capaces de escuchar la suave melodía que me componen los pájaros en el cielo, cuando mi canto suena en el mismo momento del amanecer y les obligo a levantar el vuelo. Con las primeras luces del alba los observo como huyen hacia el sol, pero antes me dibujan en el cielo formas muy curiosas, siguiendo la estela que marca el primero de ellos; a éste, le ordeno le ordeno que gire a la derecha, y los siguientes le siguen estilizándose y componiendo la vistosa melodía que os he dicho, y que sólo yo tengo el privilegio de escuchar y saludar con el vaho de mi aliento.


Nunca me equivoco ya que si giran a la izquierda, yo rectifico mi orden. Un noctámbulo que pasa por mi lado suelta un bufido de complacencia, o de desagrado, según haya transcurrido su noche. La mía ha pasado cómo la de ayer y cómo pasará la de mañana; soy consciente de que voy a hacer un requerimiento inútil: también he estado en la misma posición que vosotros, y seguramente sentiría la misma pena que sentís vosotros al verme, y que yo sentía al mirar la confusión de otro. Ahora la confusión impera en mi alma y abotarga mis sentidos.


Pero el mismo sol no hace distinciones entre vosotros y yo... pero... calificar mi mal como más os plazca y refugiaros en mi melancolía o imaginaros que llevo conmigo una alegría desbordante. Es posible que así justifiquéis mi sonrisa, y podáis apuntaros un tanto a vuestro favor, o una excusa. Podéis decir que me río gracias a algún comentario que hacéis en mi presencia, pero no. Vuestras interjecciones ya no me hacen gracia y sólo escucho palabras que no respondo. Nada más respondo al silencio. No puedo sustraerme a oír las frases que vienen desde mi interior, aunque apriete mis oídos para no escucharlas ya que me relatan mi vida, que aunque ya no forma parte de mí, me recuerda mi primer fracaso. Un fracaso igual al que estoy viviendo ahora.


Frases de Cine

“El sexo es el juego, el matrimonio es la penalización”. La Huella – 1972 - Joseph L. Mankiewicz.


─ Bigamia es estar casado con una mujer de sobra.

─ Entonces igual que la monogamia.

A Good Woman – 2004 – Mike Barker.


“A mí me gusta América. Nómbreme otra sociedad que haya pasado de la barbarie a la decadencia sin molestarse en crear una civilización entre medias”. A Good Woman – 2004 – Mike Barker.


“No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual”. Los Hermanos Marx en el Oeste – 1940 – Edward Buzzell.


- Yo soy F. T. Spaulding, apuesto a que no sabe lo que significa la T.

- Thomas.

- No, Edgar. Se ha acercado bastante.

El Conflicto de los Hermanos Marx – 1930 – Victor Heerman.


“Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en su favor”. El Conflicto de los Hermanos Marx – 1930 – Victor Heerman.