sábado, 13 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad


Sólo faltaban cinco días para la Navidad. Aún no me había atrapado el espíritu de estas fiestas. Los estacionamientos llenos, y dentro de las tiendas el caos era mayor. No se podía ni caminar por los pasillos. ¿Por qué vine hoy? Me pregunté. Me dolían los pies lo mismo que mi cabeza. En mi lista estaban los nombres de personas que decían no querer nada, pero yo sabía que si no les compraba algo se resentirían.

Llené rápidamente mi carrito con compras de último minuto y me dirigí a las colas de las cajas registradoras. Escogí la más corta, calculé que serían por lo menos 20 minutos de espera.

Frente a mí había dos niños, un niño de 10 años y su hermana de 5 años. Él estaba mal vestido con un abrigo raído, zapatos deportivos muy grandes, a lo mejor 3 tallas más grande. Los pantalones le quedaban cortos.

Llevaba en sus sucias manos unos cuantos billetes arrugados. Su hermana lucía como él, sólo que su pelo estaba enredado. Ella llevaba un par de zapatos de mujer dorados y resplandecientes.

Los villancicos navideños resonaban por toda la tienda y yo
podía escuchar a la niña tararearlos. Al llegar a la caja registradora, la niña le dio los zapatos cuidadosamente a la cajera, como si se tratara de un tesoro. La cajera les entregó el recibo y dijo: son 6.09 €. El niño le entregó sus billetes arrugados y empezó a rebuscarse los bolsillos.
Finalmente contó 3.12 € y dijo:

- Bueno, pienso que tendremos que devolverlos, volveremos otro día y los compraremos.

Ante esto la niña dibujó un puchero en su rostro y dijo:

- "Pero a Jesús le hubieran encantado estos zapatos".

- Volveremos a casa trabajaremos un poco más y regresaremos
por ellos. No llores, vamos a volver.

Sin tardar, yo le completé los tres euros que faltaban a la
cajera. Ellos habían estado esperando en la cola por largo tiempo y después de todo era Navidad. En eso un par de bracitos me rodearon con un tierno abrazo y una voz me dijo:

- "Muchas gracias señor".

Aproveché la oportunidad para preguntarle qué había querido
decir cuando dijo que a Jesús le encantarían esos zapatos. Y la niña con sus grandes ojos redondos me respondió:

- "Mi mamá está enferma y yéndose al cielo. Mi papá nos
dijo que se iría antes de Navidad para estar con Jesús. Mi maestra dice que las calles del cielo son de oro reluciente, tal como estos zapatos.

¿Creo que mi mamá se verá hermosa caminando por esas calles con estos zapatos?"

Mis ojos se inundaron al ver una lágrima bajar por su rostro radiante. Por supuesto que sí, le respondí. Y en silencio le di gracias a Dios por usar a estos niños para hacerme recordar el verdadero valor de las cosas.

11 comentarios:

  1. Buen texto... sinceramente, no soy muy amiga de la Navidad, no sé por qué, a pesar de que se supone que es una época de alegría, yo la encuentro bastante deprimente, y más todavía desde que el Corte Inglés la adelanta cada vez más, que cuando llega Diciembre ya estás hasta la coronilla de villancicos y luces de colores. En cuanto a las cosas que importan de verdad... raramente se recuerdan, ya sea en Navidad o en Julio, siempre hay algo que distrae nuestra atención, si no son las luces de colores, será la canción del verano, el caso es que resulta siempre más cómodo para todos en los llamados "países ricos" pensar que vivimos en ese "paraíso indestructible de igualdad y riqueza" que nos quieren vender, y hacernos cuenta que las personas que pasan la noche en los bancos de la calle envueltas en un plástico son sólo parte del paisaje urbano, como las luces de Navidad.
    Besos.
    Rosa.

    ResponderEliminar
  2. este tipo de situaciones son las mas importantes las que nos dicen que somos de verdad a valolar lo que nos redea por mas solos y delalientados que estes

    ResponderEliminar
  3. Hola utilizare esta historia para una tarea que me mandaron el colegio, tengo que decir que es mio, disculpa que te robe el credito. Espero no te moleste Gracias

    ResponderEliminar
  4. NO ESTES SAD CROQUING AMIGO

    ResponderEliminar