miércoles, 17 de octubre de 2012

10 Discos de jazz para escuchar antes de morir




Debido a la larga trayectoria del jazz en la historia de la música, es casi imposible elegir los 10 mejores álbumes de todos los tiempos. Pero hay mucha gente, jóvenes o incluso no tan jóvenes, que sienten curiosidad por el jazz, y no están seguros exactamente de por dónde empezar. Por lo tanto, en esta lista se destacan los 10 álbumes de jazz que tienes que escuchar antes de morir. Es algo así como una lista de “deseos jazz” que te asegura que utilizaste tu tiempo en esta Tierra para escuchar algunas de las obras maestras de la música. Voy a estar en su mayoría en los años 50 y el rango de los 60, pero a veces se ramifican. ¡Ojo! Esta lista no dice que sean los mejores 10 álbumes, del jazz, pero si los que tienes que escuchar antes de morir. Así que, aquí vamos allá. 


Primer disco del saxofonista Ornette Coleman para el sello Atlantic, puede entenderse como el inicio del avant-garde y el free, este último un estilo en el cual la improvisación se libera de la estructura armónica y el género alcanza el mayor grado de libertad. Es también el primero de su clásico cuarteto sin un instrumento que provea la armonía, donde Coleman y el trompetista Don Cherry improvisan sobre acordes implícitos. La interacción entre ellos es única y la sección rítmica a cargo de Charlie Haden y Billy Higgins toca de un modo absolutamente novedoso, donde el contrabajo tiene una contribución inusual en épocas anteriores. El sonido del saxo alto es seco, crudo y agudo, sus frases son fluidas y el efecto creado junto a la trompeta de bolsillo es disonante. Clásicos como la balada Lonely Woman y el hard-bop Congeniality inauguraron una era.


The Bridge (El Puente) es un clásico permanente del jazz, y parte de su atractivo ha sido siempre el saber que hay mucho más en la historia de este disco que sólo la música. La leyenda de un solitario saxofonista tocando en medio de la quietud de la noche en el puente de la ciudad de Nueva York, retirado de la escena del jazz y preparando de esta manera su regreso, se transforma en una realidad cuando uno escucha el tremendo poder de expresión que Sonny Rollins adoptó en esta nueva etapa de su carrera. Es una de las imágenes más románticas de la historia del jazz: la solitaria silueta de un gigantesco saxofonista de nombre Sonny Rollins se recorta noche tras noche contra el skyline de Nueva York, sobre el puente de Williamsburg que une Manhattan con Brooklyn. Su saxo desgrana tristes lamentos durante un voluntario retiro de la escena que duraría 3 años. La explicación es, no obstante, irónicamente prosaica: los vecinos de su pequeño apartamento de dos habitaciones no le dejan practicar en casa. El resultado es un magnífico disco titulado, naturalmente, THE BRIDGE (RCA). El puente de Williamsburg (New York), aquel lugar en el que Sonny practicaba sin que nadie pudiera verle: "Estaba cerca de casa. Subía al puente y tocaba para los oficinistas que volvían de Manhattan derrotados, frustrados y borrachos después de unas copas al salir del trabajo... Cuando hacía frío de verdad, bajaba a una licorería de chinos de Lower East Side y me subía una botella de brandy... Los oficinistas, el brandy, el rumor del río... ¿Qué más podía pedirse en este mundo? Por lo que a mí respectaba, absolutamente nada


Este álbum del prestigioso pianista Herbie Hancock se convirtió en el mayor éxito de ventas de jazz de la historia, y no sólo eso sino que "Head Hunters" se considera uno de los discos más influyentes del jazz fusión y ha sido usado como inspiración por artistas de jazz, funk, soul, R&B o hip hop, por lo tanto es un álbum altamente recomendado. Además es pionero en el uso de teclados electrónicos. En él Herbie Hancock se encarga de todos los sintetizadores.  
"Head Hunters" es una explosiva mezcla de jazz, funk y música africana y se compone de 4 temas de larga duración. El álbum comienza con una creación del saxofonista Bennie Maupin, "Chameleon", que es una composición muy pegadiza y también muy bailable, para seguir luego con la famosa "Watermelon Man" que consagró a Herbie Hancock como uno de los más importantes compositores de jazz. Esta versión de "Watermelon Man" es diferente a la que grabó por primera vez en su álbum "Takin ´Off". En esta, Bill Summers sopla una botella de cerveza, imitando el sonido de un hindewho, un instrumento de los Mbuti pigmeos del noreste de Zaire. El tercer track, "Sly", está dedicado a Sly de "Sly and The Family Stone" un grupo pionero de funk y soul. Esta composición es un funky al estilo de la banda que lidera Sly. Y para terminar "Vein Melter", un tema lento donde el protagonismo corre a cuenta del saxofonista Bennie Maupin y del Fender Rhodes que toca Herbie Hancock. 




Ella & Louis, la magia, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, dos ángeles que, aparte de Porgy and Bess (ópera de Gershwin), sólo grabaron dos discos más. La música más dulce que nunca se ha registrado, no es posible escuchar Ella & Louis sin sonreír. Es como una asociación inevitable de la que una se pregunta qué fuerzas titánicas de la naturaleza pudieron mantener a Ella y Satchmo separados hasta que hicieron juntos este disco en 1957, acompañados por el trío de Oscar Peterson y Buddy Rich en la batería. Ella y Louis han sido la pareja de jazz más increíble de la historia. Cada cual en su parcela dictaron cátedra y definieron estilos, convirtiéndose en referentes absolutos. Duke Ellington, Cole Porter, Bing Crosby o Frank Sinatra, por ejemplo, refinaron sus estilos a partir de Ella y Louis.


En el año 1.969 Miles Davis siente nuevamente la necesidad de cambiar. Era un impulso innato e irrefrenable en él, que le había llevado a tener una influencia decisiva en algunos de los más importantes cambios de tendencia dentro del Jazz. A finales de los años cuarenta impulsó el movimiento "Cool" con sus grabaciones con el noneto arreglado por Gil Evans (recogidas en "Birth Of The Cool"). Sus trabajos orquestales con el propio Evans a finales de los años cincuenta ("Miles Ahead", "Sketches Of Spain") crearon escuela y aún fascinan. El trabajo de Hard Bop de su primer quinteto a mediados de los cincuenta es considerado como algunas de las mejores grabaciones de todos los tiempos, a pesar de no haber sido excesivamente innovador en su momento. Y decirlo ahora afortunadamente es un poco tópico, pero no está de más recordar que "Kind Of Blue" convirtió su improvisación modal en el estándar inmejorado de los siguientes diez años, y que aún hoy representa, tal vez, la cumbre del Jazz como expresión artística. Pero este enésimo salto no fue comprendido por todos, acusándolo de convertirse en un hereje y de prostituirse comercialmente. Sin duda se trató de un cambio radical, impulsivo, pero que salvó su comercialmente maltrecha carrera.



Empecemos por el capítulo de las confesiones: Me cuesta expresar lo que siento cuando escucho a Thelonious Monk, otros lo han probado con mejor fortuna. Su música es algo distinto, algo difícil de explicar, algo cercano al inconsciente. A veces me dan ganas de calificar sus solos de pueriles, sin ánimo peyorativo, todo lo contrario, por su pureza. Monk es de los pocos que han sido capaces de expresar su propio universo particular con música, por eso la que él interpretó es tan personal, tan rara y tan maravillosa. Su forma de tocar el piano me gusta imaginármela como la búsqueda de unas notas que se esconden en la melodía, que sólo él sabe encontrar. Monk fue un ser diferente. Su estado de ánimo era inestable: podía dejar el piano y ponerse a bailar la música que tocaba la banda un día y otro encerrarse en sí mismo y no hablar sino con su música. Como sabía expresarse de maravilla con su piano, llevarte de visita a ese universo particular suyo, su forma de tocar no puede emularse. Si bien Monk es una inspiración para tantos y tantos músicos de jazz, no ha creado escuela. No podemos encontrar una veintena de músicos que suenen como él, como sí se pueden encontrar más de una veintena que suenen como Charlie Parker. Esto es consecuencia de lo anterior. Woody Allen, que ha utilizado la música de Monk en su cine (el disco Monk’s Dream aparece en su película Alice, de 1990, protagonizada por Mia Farrow) y se declara admirador de Thelonious Monk, ha llegado a comparar su caso con el suyo, en el sentido de que él también se sabe un creador muy valorado, pero nadie hace el mismo tipo de cine que él.


Grabado en tres sesiones el 25 de Junio, el 1 de Julio y el 18 de Agosto de 1959; fue publicado ese mismo año por el Dave Brubeck Quartet a través de Columbia Records. El álbum fue pensado como un experimento en el que se utilizaban distintos ritmos infrecuentes en la música Jazz. En un principio, el disco recibió críticas negativas por el uso de estos ritmos inauditos en el Jazz; pero se ha convertido en uno de los discos de este estilo musical más conocidos de la historia. El titulo “Time Out” ya nos tendría que haber puesto al menos en aviso, pero si quedaban dudas arrancan los fuertes matices clásicos del tema “Blue Rondo à la Turk”. Y es ciertamente un toque blusero que toma como primeriza base a la conocida “Marcha Alla Turca” del virtuoso compositor clásico Wolfgang Amadeus Mozart. Bello y experimental tema sin ningún mínimo desperdicio. Le sigue la colorida balada con aires a vals llamada “Strange Meadow Lark”. No dejar pasar de largo al estupendo y cálido solo del saxofonista Paul Desmond. Sinceramente una delicia. Sale a nuestro encuentro el ya standard “Take Five”, compuesto por Paul Desmond. Sin lugar a dudas una de las piezas más populares de la obra. Sin embargo hacer notar el extenso e imperecedero solo del baterista Joe Morello. “Three to Get Ready” sigue en la línea clásica y del vals, donde todo es tan ajustado que parece no poder haber sido mejor concebido. Por cierto, aquí hay rienda suelta al amplio y magnifico imaginario de Dave Brubeck. Pegadito viene el tema llamado “Kathy’s Waltz”, parecido a simple oída al anterior, aunque ya sabemos todos que eso no es cierto y así es que nos dejamos llevar sin más por estos virtuosos. Dulce, grande y a su vez pequeña, pero nunca subestimada. Continúa con “Everybody’s Jumpin’”, donde se derrocha swing a desparpajo y para todos los gustos. Clara muestra de la maestría del cuarteto a pleno. Ya en el final nos encontramos con el tema titulado “Pick Up Sticks“, del cual podría remarcar la maravillosa labor de Eugene Wright en el contrabajo, dándole un cierto aire “smooth” del todo irresistible.


Hace su entrada a este humilde reducto de descarada piratería, un grande entre los grandes, un verdadero genio musical que eligió el jazz como vehículo de sus impulsos creativos y el antirracismo como bandera de su discurso, es que cuando por tus venas corren litros de herencia sueca, china, británica y afroamericana, en un contexto totalmente discriminatorio la raza si es tema. Desde que era pequeño, Mingus conoció el rigor de la pobreza y la discriminación racial y social, de hecho nadie se explica cómo es que un pendejito flaite tuvo temprano acceso a influencias musicales vanguardistas europeas que más tarde mezcló con jazz dando origen a su particular estilo. Intentó tocar el trombón pero alguien le dijo que ese no era un instrumento adecuado para negros por lo que se decidió por el contrabajo, llegando a un nivel tan fluido de ejecución que podía "hablar" a través del mismo (tal como cuenta en esta genial entrevista). Llegó a tocar con la mítica orquesta de Duke Ellington, de la que lo echaron por golpear al trombonista, que lo atacó con un cuchillo (así de rígidos eran estos jazzmen). Con el tiempo llegó a desarrollar un estilo único el cual fue ubicado en lo que se llamó " Tercera Corriente"(jazz + música clásica),componía endiabladas partituras que eran verdaderos rompecabezas para los pobres músicos que tenían que descifrarlas, llevándose muchas veces el reto del malhumorado Mingus por tocarlas mal. Cuando lo lograban sin embargo, el resultado valía la pena el esfuerzo porque tal como queda demostrado en el disco que hoy les traemos, lo de Mingus es más que solo jazz o partituras complicadas, es ante todo música ,fresca, creativa, melancólica y bailable ,tan universal como el discurso de justicia social de Mingus. Si eres de los que consideran al jazz aburrido, complicado o antiguo, dale una oportunidad a este disco y escucha como grita Mingus en el primer tema, es puro rockn roll.


Blue Train, qué disco: enorme, grandioso. Si lo tuviera que describir brevemente diría: los mejores músicos de jazz que jamás hayan existido y tocando en su mejor momento. Blue rain es un estándar, el sonido hardbop por excelencia. No es un disco de Coltrane sino, entenderme, el trabajo de una generación de jazzeros irrepetibles. Escuchar los giros de la trompeta de Lee Morgan, los fondos de batería y acompañamiento de Philly Joe Jones y del resto de compañeros del sexteto, nos invita imaginariamente a adentrarnos y tomar una copa o un refresco en cualquier club de jazz neoyorquino de la época. Más calificativos creo desvirtuarían esta obra maestra.


Obra celestial, imprescindible entre imprescindibles, música afrodisíaca  inspiración divina, la mejor venta no sólo de Miles sino de toda la historia del jazz, una de las obras que jamás se hayan grabado. Esto y mucho más se ha dicho de "Kind Of Blue". Su reputación es tal que en cierta manera ha dejado de ser un simple disco para convertirse en un mito. Pregunta: ¿Qué LP regala Julia Roberts a Richard Gere en "Novia a la fuga"? Respuesta: ……………. Bravo, acertaron. Eludiendo comentarios extra musicales, "Kind Of Blue" es una de las obras fundamentales de Miles Davis, sin ninguna duda. Su éxito entre los aficionados al jazz tal vez sea debido a que esta obra se sitúa en el punto de equilibrio idóneo de la balanza formada por las diversas corrientes jazzísiticas. Aceptado de la misma forma por aquellos (crítica y público) más reaccionarios que por los otros más intransigentes, así como un disco perfecto para atraer la atención de los no iniciados al jazz. "Kind Of Blue" sigue desarrollando el concepto "modal" iniciado ya por Miles en "Milestones". Concepto desarrollado por George Russell, en el cual el intérprete improvisa sobre una serie de escalas, en vez de hacerlo sobre acordes o armonías (como habitualmente se practicaba). Aparte del enfoque musical "modal", las composiciones eran totalmente originales, y los músicos por tanto desconocían previamente tales composiciones, sin ningún ensayo previo y estando los intérpretes dotados de contundentes aptitudes creativas (lo que podría haber llevado a una confrontación de egos), podría haberse esperado cualquier resultado. Pero todo se desarrolló perfectamente. Allá cada uno buscando donde reside la magia del disco (tratamiento modal, equilibrio, serenidad, belleza, sencillez) Sin embargo hay quien no encuentra todo perfecto, el trompetista Enrico Rava le encuentra un inconveniente al disco: ¡la portada! ¿Qué decir de los temas que conforman el disco? ¿Cuántos "Kind Of Blue" existirán si consideremos las innumerables veces que se han hecho y se harán esos temas? ¿La eternidad no consiste en una continua rememoración? Aunque en los créditos solo se atribuya a Miles Davis como compositor de los temas, Bill Evans aportó "Blue In Green" y en "Flamenco Sketches" participó junto a Davis en su composición. También se merece pues Evans su participación eterna.



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