martes, 25 de marzo de 2008

Duke y Harry (2)

Así que, ¿en donde tocaremos exactamente, Duke? –preguntó Harry al pararse en un semáforo en los límites de la ciudad.

-Ni idea, Harry. Creía que lo sabías tú. Yo solo sabía el nombre de la ciudad.

-Venga, Duke… es increíble. Ya estamos otra vez.

-Sigue conduciendo. Igual vemos un cartel o nos topamos con algún tipo.

Pasaron ante vallas publicitarias y bloques de apartamentos, vías de tren y puertas oscuras de bares sin sed. Banderolas de garajes parpadeaban con luces rojas y blancas para darles la bienvenida. Los semáforos se balanceaban bajo la enormidad del cielo.

Era una ciudad venida a menos que olía a polvo y a fábricas tristes. En la mayoría de los anuncios que encontraban ponía "cerrado" o "se alquila". Después de estar revisando paredes durante diez minutos en busca de un cartel, Harry se detuvo ante una cafetería de fachada plateada y entró a preguntar. A menudo, en otras ocasiones, cuando cada uno había asumido por error que el otro sabía donde estaba el local, habían ido a sitios como este a preguntar si alguien sabía donde tocaba Duke Ellington esa noche. Por lo general alguien lo sabía –a veces alguien lo reconocía-, pero a menudo un montón de clientes movía la cabeza lentamente:

-¿Cuál Duke?

Esta parecía una ciudad de este tipo, pensó Duke, al ver la silueta de Harry desaparecer en la cafetería.

Mientras esperaba, Duke movió el espejo retrovisor para echarse un vistazo, observando las bolsas de canguro bajo los ojos y la incipiente barba que asomaba en la barbilla. Dentro de treinta minutos, una hora a lo sumo, estarían en un hotel, tiempo para dormir unas horas y comer algo. Después el espectáculo y otra vez a la carretera. Si pudiera, dedicaría una hora para intentar trabajar en esa nueva pieza que llevaba dándole vueltas en la cabeza desde que habían encendido la radio esta mañana. Nada de lo que escribía terminaba como había empezado, pero ya tenía idea de los tipos en que se podía basar: Pres, Monk, tal vez Coleman Hawkins o Mingus, y del tipo de cosas que podía intentar hacer. Saber cómo empezar, por quién empezar, esa era la parte más difícil. Había estado considerando todas las posibilidades, pero ninguno –ni Bird ni Pres ni Hawk- le daba de verdad lo que buscaba. De repente pensó que lo haría al azar: encendería la radio y empezaría por el que estuviera tocando en ese momento. Después de todo, la radio le había dado la primera idea y si sonaba alguien que no le gustaba podía ignorarlo e intentar otra vez; podía estar encendiendo la radio hasta que saliera la persona justa. Era una idea loca, pero ¡que diablos!, lo intentaría de todas maneras. Preguntándose quién sería, giró el interruptor y reconoció de inmediato los primeros compases de "Caravan", miró al espejo y vio la respuesta, sonriente y cansado, mirándose a la cara. Un segundo más tarde también vio a Harry, sonriente, salir de la cafetería y dirigirse al coche.

-Nos hemos equivocado completamente de ciudad, Duke…


No hay comentarios:

Publicar un comentario