martes, 8 de enero de 2008

Anochece en Birdland


Era ese momento tranquilo de la tarde, cuando la gente de día vuelve a casa de su trabajo y la gente nocturna llega a Birdland. Desde la ventana de su hotel veía Broadway volverse oscuro y resbaladizo por la lluvia indecisa. Se sirvió una copa, amontonó una colección de discos de Sinatra y Billie Holiday, en el tocadiscos…, tocó el teléfono silencioso y volvió a la ventana. Enseguida la vista se empañó con su respiración. Tocando el reflejo brumoso, como si fuera un cuadro, su dedo trazó líneas húmedas en torno a sus ojos, boca y cabeza, hasta que vio que se convertía en una cosa con forma de calavera chorreando que borró con el borde de la mano.

La muerte ya no era ni una frontera, solo algo que cruzaba según iba de la cama a la ventana, algo que ocurría tan a menudo que ya no sabía ni en qué lado estaba. A veces, como quien se pellizca para ver si está soñando, se buscaba el pulso para ver si seguía vivo. Casi nunca conseguía encontrarse el pulso, ni en la muñeca, ni en el pecho, ni en el cuello; con esfuerzo creía poder oír un latido sordo y bajo, como un tambor apagado en un funeral en lontananza o alguien sepultado bajo tierra que golpea la tierra húmeda.

Los colores resbalaban de las cosas, incluso el anuncio de fuera era un pálido residuo de verde. Todo se estaba volviendo blanco. Entonces se percató: era nieve que caía en las aceras a grandes copos, abrazando las ramas de los árboles, tendiendo una manta blanca sobre los coches aparcados. No había tráfico, nadie caminaba por la calle, nada de ruido. Todas las ciudades tienen silencios como este, intervalos de descanso en que –aunque solo sea un instante en un siglo- nadie habla, ningún teléfono suena, no hay televisores encendidos y los coches no se mueven.

Cuando el zumbido del tráfico se reanudó, puso el mismo montón de discos y volvió a la ventana. Sinatra y Lady Day: su vida era una canción que se estaba acabando. Apoyó el rostro en el cristal y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, la calle era un río oscuro con las orillas cubiertas de nieve. (Jesús Soto)

4 comentarios:

  1. Gran comienzo para una novela, ¿por que no sigues?

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  2. Pues no seria ninguna tonteria que escribieras una novela; se ve que tienes gancho y todo es cuestion de seguir. El dia que estas inspirado bailas con la protagonista y el dia que no, la pegas una colleja y la sustituyes por Jennifer Lopez. Y el dia que ni lo uno ni lo otro.... pues nada, no escribes nada y no pasa nada. Debe ser bonito y a ti se te dara bien. Lo de la pereza no se acepta.

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  3. anímate!!! es muy bonito... deja el mío a la altura del betún, yo que estaba tan contenta, jo!
    ya sabes, entre partida y partida, capitulo

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